Luz Marina Contreras: una historia de fe, resiliencia y amor inquebrantable

Una vida dedicada al deporte y el servicio público

Con su figura esbelta y elegante, Luz Marina siempre brilló entre sus compañeros. Su carrera profesional la llevó a ocupar cargos importantes en la extinta empresa Telecom, donde enfrentó grandes retos. Las presiones habituales en los cargos públicos la afectaron profundamente, llevándola a buscar consuelo en su fe.

Fue entonces cuando Luz Marina pidió ayuda a la Virgen de Fátima, a quien atribuye el milagro de su traslado a Villavicencio, donde finalmente logró pensionarse y encontrar tranquilidad.

El viaje que cambió su vida

Como muestra de gratitud, Luz Marina planeó un viaje a Europa para visitar el santuario de la Virgen de Fátima. Lo que debía ser una experiencia espiritual y de descanso se transformó en una pesadilla.

El viaje comenzó en Inglaterra, donde visitó a su sobrina residente en Londres. Fue allí, o quizás en un hospital en Portugal, donde contrajo la bacteria Streptococcus pyogenes, una infección común que, en su caso, ingresó al torrente sanguíneo y desató una serie de complicaciones graves.

Los síntomas de Luz Marina comenzaron con fiebre alta y delirios, llevándola de emergencia a un hospital en Portugal. Los médicos determinaron que la única solución para salvar su vida era amputarle las extremidades.

• Fecha clave: El 9 de agosto le amputaron las piernas.
• Seguida por: La amputación de sus manos el 16 de agosto.

Durante este periodo, Luz Marina relata haber tenido visiones de paisajes mágicos y jardines gigantes, experiencias que atribuye a su fe y la compañía de ángeles enviados por la Virgen de Fátima.

Una recuperación marcada por la fe

En un momento que describe como mágico y sobrenatural, Luz Marina fue llevada al santuario de la Virgen de Fátima por dos personas que considera “ángeles”. Allí, frente a la imagen de la Virgen, experimentó un instante de paz y renovación espiritual que transformó su perspectiva de vida.

“Me llevaron a una capilla de cristal. Fue un momento idéntico a lo que había soñado. Fue como si la Virgen me dijera que aún tenía una misión por cumplir”, relata Luz Marina.

Hoy, Luz Marina vive sin manos ni pies, pero con una actitud inquebrantable. A su lado está su esposo, Fernando, quien se ha convertido en su guardián y compañero incondicional. Juntos, enfrentan los retos diarios con una admirable resiliencia, demostrando que el amor y la fe pueden superar cualquier obstáculo.

Luz Marina continúa compartiendo su historia con quienes la rodean, inspirando a otros a encontrar fuerza en los momentos más difíciles. Su experiencia es un recordatorio de que, incluso en la adversidad, la vida puede ser una oportunidad para renacer con propósito.