Presidente de Nicaragua ha prohibido algunas celebraciones de Semana Santa

El pasado 24 de febrero, primer viernes de cuaresma, la imagen de Jesús Nazareno no pudo salir de la iglesia El Calvario en Nandaime, un municipio sureño del departamento de Granada, Nicaragua, debido a la prohibición de las autoridades del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de llevar a cabo procesiones religiosas en el país. La decisión no sólo afecta a este templo, cuyo párroco fue el primer religioso arrestado y condenado por el sandinismo durante la persecución religiosa que el catolicismo sufre, sino a todas las parroquias de Nicaragua.

Diversas iglesias del país han comunicado a través de sus redes sociales la prohibición de sacar los viacrucis a las calles, sin hacer mayor insistencia por temor a que los párrocos puedan ser apresados. La limitación de las procesiones del viacrucis es otro duro golpe a la fe católica de Nicaragua, la religión mayoritaria, en medio de una fuerte persecución que incluye la condena de 26 años contra el obispo Rolando Álvarez, sacerdotes desterrados y despojados de su nacionalidad, acoso paramilitar a los templos y ataques directos del presidente Daniel Ortega.

En algunos casos, la policía permitió que el primer viacrucis de la cuaresma se celebrara en los atrios de las iglesias, pero en otras fueron más prohibitivos: obligaron a realizar el rito al interior de los templos. La táctica de imponer “iglesia por cárcel” a los santos no es nueva bajo el régimen Ortega-Murillo. Desde el pasado miércoles de ceniza, la Policía comenzó a visitar diferentes templos de Managua y otros departamentos para notificar verbalmente que los permisos a las procesiones de cuaresma y semana santa estaban prohibidas, atribuyendo la medida a “razones de seguridad”.

La decisión ha sido duramente criticada por diversas iglesias del país y se suma a la persecución feroz que la Iglesia Católica sufre en Nicaragua.