5 Mitos y leyendas urbanas de Barrancabermeja que tal vez no conozcas

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Por Yanith Rueda Navarro.

Leyendas, mitos, conjuros, hechizos, casi todos provocados por dolor, despecho, envidias o ánimas en pena. Historias que trascienden en el tiempo y se convierten en un “eso pasó…”, o “cuenta la historia…”, o en un, “mi abuelo contaba que…”.

Por su cercanía al río y rodeado de cuerpos de agua; por sus historias de amor y pasiones escondidas con quienes en su momento los llamaban petroleros; por el dolor de asesinatos en el olvido y por historias urbanas creadas en los pocos barrios conformados hace muchos años, se generaron en Barrancabermeja mitos y leyendas que aún viven en el recuerdo de adultos mayores de esta tierra, cuyas historias inverosímiles contadas con convicción, han marcado el misterio de aquellos curiosos que quieren conocer más de lo que se oculta detrás del susto o el misterio.

Historias como “El embrujo de pozo siete”, “El ojo de la chana”, “La oración de la muerte”, “La niña milagrosa”, y otras que más se conocen y se cuentan, como la joven misteriosa que aparece a las afueras del colegio Diego Hernández de Gallego, de la que se dice, ha dejado a más de un conductor estupefacto de miedo. Otra leyenda urbana de nuestra Barrancabermeja es la inolvidable enfermera de El Centro, popular cuando de historias de temor se habla.

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Barrancabermeja podría tener su propia noche de Halloween, bajo luces de velas contando historias autóctonas de cuentos entrelazados entre misterio y realidad, que dejan entrever una época de mitos a los que muchos se niegan a creer, o simplemente prefieren negar con oraciones y desde el espanto.

A continuación, recopilamos cinco leyendas y mitos que tal vez no conozcas.

El embrujo de Pozo 7

Cuenta la historia que hace muchos años, el sector que hoy conocemos como Pozo 7 era un lugar de quebrada muy bella y cristalina. Lugar de encuentros de recreación, preferido por familias y con el tiempo por parejas, luego de que en el sector empezaran a ubicarse lugares de diversión nocturna, en donde mujeres “cazaban” y casaban petroleros, y las que no tenían tal suerte, terminaban en la quebrada haciendo amarres, hechicería y oraciones oscuras con las que, aseguraban, hacían que los hombres cayeran a sus pies y ellas a su preciado tesoro.

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Con el inicio de la industria petrolera, la conocida en su época como “La Troco”, construyó un ferrocarril para transportar a su personal y este pasaba muy cerca a la quebrada. Desde ese momento, por el paso de esta ruta del tren 7, la población empezó a llamar a la quebrada Pozo 7, en donde la ilusión por riqueza trajo consigo hechicería, bajas pasiones y malos sentimientos. Todo por la obsesión de atrapar gringos y trabajadores que les oliera a oro negro.

Hay quienes se atreven a decir que hasta esta quebrada un día llegó una secta de mujeres vestidas de negro a realizar rituales al diablo, pidiendo riquezas por almas, y se dice que después de este satánico pacto la quebrada no volvió a ser la misma.

Aseguran, que al poco tiempo, el tren que por ahí pasaba descarriló, hundiéndose uno de sus vagones lleno de trabajadores, que, pese a la poca profundidad de la quebrada, desapareció. Desde entonces al hecho se le llamó “El embrujo de Pozo 7”, y cuentan los abuelos que algunas noches se escuchaba a lo lejos el pito de un tren y después de un silencio atemorizante, aullaban perros y se desesperaban las gallinas.

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Pobladores antes se quejaban de lamentos y gritos en la zona, otros aseguran que en cierta época del año ven un hombre vestido de negro muy elegante, a quién identifican como Lucifer, que al parecer llega hasta el lugar buscando almas según lo pactado.

El ojo de la Chana

En esta historia, el que tenía el ojo de la chana (una exótica ave pescadora), era el que poseía poder y lograba exitosas jornadas de pesca, al punto que los mismos peces llegaban debajo de sus barcas para ser atrapados.

Pero el ojo de la chana en realidad era un agüero y propósito para todo aquel que quisiera el don. Para tenerlo atrapaban el ave e iniciaba el ritual en el que, cruelmente (para ellos delicadamente), extraían uno de los ojos de una chana estando aún el ave viva. El ojo debía ser depositado en un pequeño frasco de vidrio con alcohol, luego el ave debía ser curada y dejarla en libertad.

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El ave debía vivir para lograr el poder de su ojo para la exitosa pesca, y según el mito si el ojo del frasco se podría, el ave entonces había muerto y el poder se perdía. Muchos pescadores ufanándose de tener el poder, una vez podridos los ojos de sus frascos sacrificaban más aves solo para aparentar el poder de la pesca. Pescadores llegaron a asesinarse entre sí por conseguir el “exitoso” ojo de chana de su contendor. Con el tiempo, pocas chanas sobrevivían, pocos peces caían en las redes y más miseria se veía entre pescadores que creyendo en el mito del ojo de la chana solo crearon envidia y crueldad.

La madre de agua

A orillas del río cuentan que una joven de ojos azules y cabello dorado acompañaba a su padre español, en la conquista de nuestras tierras, un día en expedición por el río Magdalena, se atormentó cuando su padre torturaba al cacique de una tribu indígena para obligarlo a que le mostrara el oro que en su tierra escondía.

El conquistador conmovido por el ruego de su hija decide dejar libre al indígena. Ella, se enamoró del varonil cacique y él de la belleza de la hija del español. Un par de encuentros fueron suficientes para huir juntos a las riberas del río y con el tiempo tuvieron un hijo. Cuando el padre se enteró, los buscó, los encontró y sin piedad ahogó a su nieto y decapitó al indígena en presencia de su hija. En medio de su dolor y desespero, la joven decidió ahogarse en las aguas del río Magdalena.

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Desde entonces, cuentan los lugareños que la mujer vive bajo el agua y asusta a niños y pescadores haciéndolos ahogar.

El niño de las monjas

Una criatura diabólica nació hace muchos años, eso cuentan ancianos que en alguna época aseguran haber sido testigos de cómo lo nacido crecía rápidamente. Un pequeño niño cubierto de pelo negro, de dientes afilados y ojos color sangre. Algunos dicen que llegó por una partera en una humilde casa a orillas del río, otros que su madre lo había parido sola en la quebrada las camelias, en donde la hallaron con su seno destrozado, al parecer lactando a la pequeña bestia, y hasta se llegó a decir que aquel niño había nacido en el entonces hospital San Rafael. Desde todas estas versiones, se cuenta que la pequeña bestia crecía rápidamente, chillaba como cerdo y blasfemaba contra la ciudad. La población estaba aterrada, al punto que monseñor de la época decidió que aquel niño quedaba bajo resguardo de las monjas carmelitas que vivían en Barrancabermeja, mientras desde la iglesia se analizaba, según las escrituras a la pequeña y diabólica bestia.

Las culpas en los pecadores se expusieron, los arrepentimientos se reconocieron, los chismosos aplacaron sus lenguas y todo en medio del terror de pensar que el diablo había llegado al Puerto Petrolero.

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Cierran esta historia contando que, desesperadas las monjas con los chillidos, blasfemias y la inquietud de aquella extraña criatura, lo bañaron en agua bendita, desvaneciéndose este en cenizas y posteriormente en humo.

En conclusión y excusa para los pecadores, y según las malas lenguas que ya no se escuchaban tan arrepentidas, se decía que aquel pequeño diablo se había ido porque en Barrancabermeja no había maldad. Todos exentos de culpas se olvidaron con el tiempo de los arrepentimientos y desde la iglesia jamás se escuchó un chillido de cerdo más, ni palabra que explicara lo sucedido.

Pero este artículo de nuestras leyendas urbanas no podía terminarse sin la historia de “La enfermera de El Centro”.

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La enfermera de El Centro

Varias versiones se conocen de esta leyenda urbana, una de las más recordadas entre muchas que se han hecho populares cuando de cuentos arraigados se trata.

Nancy era una bella y dedicada enfermera que trabajaba en el hospital de El Centro en los años 60’s. Para algunos, había llegado de Cali, mientras que otros afirman que era de origen extranjero. Lo cierto es que a esta bella enfermera la recuerdan por su amable sonrisa y bellos ojos azules con los que cautivaba en su ejercicio de sanar enfermos que llegaban al hospital. Siempre entregada, dulce y amable con sus pacientes y compañeros de trabajo. Se dice que fuera de sus jornadas en el hospital también prestaba servicios a la comunidad campesina en las veredas cercanas en donde solicitaban su servicio.

Un día, terminando uno de estos servicios, cuando iba camino a su casa, cuentan que un carro se ofreció a transportarla. Ella con confianza se subió al vehículo y fue ahí donde pesó su ingenuidad. Horas más tarde, su cuerpo fue hallado en una zanja por un habitante de la zona. Había sido abusada sexualmente, golpeada hasta desfigurar su cara, estrangulada… La amable y bella enfermera había muerto.

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Cuenta la historia que por años hay quienes han asegurado haber visto su cuerpo deambular por el corregimiento El Centro, y en los pasillos del hospital. Hay quienes aseguraban que los enfermos la veían y sentían sus curaciones.

Lo tenebroso de esta leyenda es que los conductores en la vía ven una bella enfermera caminando, y deslumbrados por lo que ven ofrecen llevarla. Lo macabro de esta idea es que al querer ver su rostro se encuentra con un espanto desfigurado.

Dicen que muchos han perdido la vida en accidentes de tránsito por perderse en la belleza de una bella figura en uniforme de enfermera que termina siendo la peor pesadilla.

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Estas son algunas de las historias que se conocen de Barrancabermeja en medio de más mitos y leyendas. Un momento perfecto para que en Barrancabermeja también se viva el Halloween.

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